Mucha gente piensa que la Sangría es una simple mezcla de jugos con vino y licores para disfrazar lo amargo de cada sabor. Pues se equivocan.
La Sangría es una experiencia, es un ritual, es una celebración, es un modo de salir, estar o quedarse.
Cuando llegas a un restaurante, te sientas, miras el menú y lo primero que te preguntas es ¿Qué me tomaré? ¿Qué puede ser tan rico, variado, y lleno de sabor que complemente una experiencia diferente en un ambiente que disfrutas por su ocasión? Pues... !Sangría!
La Sangría mezcla el sabor elaborado del vino, ya sea tinto, blanco o rosado, con jugos que disimulan el sabor fuerte del vino (que a mucha gente le toma tiempo en acostumbrarse). La combinación de ambos le dan una gran variedad de sabor, lo hace dulce y suave para el paladar.
¿Qué distingue a una sangría?.... Su balance
El balance de cada sangría es tan importante para el mismo disfrute de ella. Una sangría aguada no te dará la misma experiencia porque no la distingue en el sabor que una sangría debería de tener. Las Sangrías deben tener ese balance completo en su sabor. Deben tener cuerpo, con sabores a frutas, la tonalidad junto con el sabor al vino, su espesor, su sabor a alcohol y sobre todo la ocasión y la compañía.
¿Qué problemas acostumbra a tener las Sangrías?... La Consistencia
La Consistencia es un problema de desalienta a los clientes. Un día vas a tu restaurante favorito, pides sangría y te encantó porque junto a tus amistades recordaron lo bien que la pasaron esa noche. De esta manera asocias el sabor de la sangría con una buena experiencia, y sobretodo si la sangría demostró ser riquísima. El otro día fuistes, pedistes sangría y al no notar el mismo sabor, fallas en recordar ese momento que tanto disfrutastes. Te dices: "La Sangría esta buena, pero no es la misma".
Teniendo todo esto en mente, Mía Sangría se ha enfatizado en mantener su consistencia, balance y sobretodo su sabor para así traerte la experiencia como se supone que la tengas. Así que, la próxima vez que pienses en sangría, piensa en Mía Sangría, y hazla tuya, ya!
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